Nació en Antequera (hoy Oaxaca) y en 1719 se trasladó a la Ciudad de México. Se cree que inició su formación artística en el taller de los hermanos Rodríguez Juárez, aunque también es posible que fuera discípulo de José de Ibarra.
Fue un artista muy prolífico, más preocupado por satisfacer la enorme cantidad de encargos que llegaban a su taller, que por la calidad de los mismos. El tema mariano, y más concretamente la Virgen de Guadalupe, ocupa gran parte de su obra; sobre esta materia escribió Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las reglas del arte de la pintura (1756).
Fue pintor de cámara del arzobispo José Manuel Rubio y Salinas y fundador en 1753 de la primera academia de pintura de México.
De su vasta producción destaca el Retrato de sor Juana Inés de la Cruz (1751), el Vía Crucis de la Catedral de Puebla y los cuatro lienzos ovalados del crucero de la catedral de México. También es autor de multitud de imágenes de santos repartidas por numerosos museos, conventos e iglesias, como el San Ignacio de Loyola y la Virgen del Apocalipsis de la Pinacoteca Virreinal de México, Ciudad de México o el Martirio de san Sebastián de la iglesia de Taxco (Guerrero), sitio del que además, es sobresaliente el conjunto de pinturas de su sacristía.
Su arte se muestra espléndido en las obras de pequeño y mediano formato, sobre todo en las pinturas que tienen planchas de cobre como soporte. En ellas destacan sus cálidos y vivos colores, sin parangón en la escuela novohispana del siglo XVIII, así como su firme dibujo y las poéticas expresiones de los rostros de sus Vírgenes, Santos e incluso retratos de personajes de su tiempo.
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